En medio del Océano Pacífico y a casi a mil
kilómetros del territorio de Hawai emerge un nuevo continente, llamado
el “séptimo continente”, la “gran isla basura” o la “gran sopa de
plástico”. Se trata de una masa que aloja 3,5 toneladas de residuos
plásticos y cuya superficie equivale a un tercio de Europa y cuya
profundidad es de 30m.
DESCUBRIMIENTO
El mundo flotante de plástico fue descubierto en 1997 por Charles
Moore, y en los años posteriores, tan solo hubo dos expediciones
destinadas a investigarlo. Este mes de mayo está prevista otra
expedición científica patrocinada por el CNES (Centro Nacional de
Estudios Espaciales), para enviar un mensaje de alerta sobre este
desastre ecológico a las autoridades mundiales, que hasta ahora han
hecho caso omiso sobre el tema.
REPERCUSIÓN DE LOS CONTAMINANTES
Esta es una extensa zona del Pacífico donde el agua circula en el
sentido de las agujas del reloj describiendo una espiral lenta. Allí los
vientos son flojos y las corrientes tienden a forzar la materia que
flota en el agua hacia la zona central de baja energía del remolino.
Existen muy pocas islas donde pueda recogerse el material flotante,
permaneciendo en el remolino, en cantidades estimadas en seis kilos de
plástico por cada kilo de plancton natural.
Esta basura está haciendo un daño irreparable a la vida marina de la
zona. Los plásticos no son biodegradables (su degradación tarda entre
500 y 1000 años) y, a medida que pasa el tiempo, lo único que ocurre es
que se divide en piezas cada vez más pequeñas, pero que retienen la
composición molecular original. El resultado es una enorme cantidad de
“arena” de plástico que a muchas criaturas marinas les parece un
alimento. El problema es que el plástico no puede digerirse, por lo que
los pájaros o peces que lo consuman pueden morir de desnutrición con el
estómago repleto de plásticos. Y aunque consuman otro tipo de alimentos,
el caso es que los pequeños gránulos de plástico actúan como esponjas
para diversas toxinas, concentrando así productos químicos como el DDT
(compuesto principal de los insecticidas) o el PBC (una materia química
muy venenosa) a una tasa un millón de veces superior del nivel normal.
CADENA ALIMENTICIA AFECTADA
Se produce así un efecto en cadena que puede llegar hasta los
humanos, al comer pescado contaminado sin saberlo. Los pájaros también
se están viendo afectados, porque acuden al “continente basura” en busca
de alimentos y lo mismo ocurre con las tortugas marinas. En total se
han registrado 267 especies afectadas.
FUENTES CONTAMINANTES
Se ha estimado que el 80% de la basura proviene de las zonas terrestres y el 20% de barcos del océano.
En la Tierra se producen cada año unas 100 millones de toneladas de
plástico, de las que un 10% terminan en el mar. Esto mismo podría estar
sucediendo en otros lugares. Por ejemplo, en el mar de los Sargazos, un
área del Atlántico de circulación lenta, donde también se han
descubierto altas concentraciones de partículas de plástico presentes en
el agua.
Otro problema añadido es que los plásticos flotantes crean una
superficie idónea en la que pueden vivir los organismos. Estas plantas y
animales pueden ser transportados hasta zonas alejadas de sus hábitats
naturales e invadir otros nuevos, convirtiéndose en especies invasoras.
Desgraciadamente, este problema parece insuperable. El tratamiento y
la limpieza del “continente” sería de un coste colosal, de miles de
millones de dólares. Lo único que podemos hacer es intentar no aumentar
el daño. Los excesos de nuestra forma de vida consumista son la causa de
esta degradación del mar, por lo que sólo dejando de consumir tantos
productos de plástico y cambiando nuestros hábitos de consumo y
reciclaje se podría al menos detener el aumento de la Gran Placa de
Basura.