NIGERIA
En Nigeria hay 140 millones de
habitantes y 250 etnias, es el país más poblado de África. Más del 70%
de sus habitantes viven bajo el umbral de la pobreza, a pesar de ser el
primer país productor del continente y el sexto del mundo, con más de
dos millones de barriles diarios. Según el Banco Mundial, la riqueza del
petróleo está en manos de un 1% de la población. La región del Delta
del Níger produce un 75% del petróleo nigeriano, y provee el 50% de los
ingresos estatales, pero sólo recibe en contrapartida un 13%, que no
puede llegar a su destino debido a la brutal corrupción política del
país.
Todo empezó con la guerra de Biafra (1967-1970), que se inició cuando la región del sur se autoproclamó
república independiente, tras una grave matanza de la etnia dominante
del norte, los hausas, contra 20.000 igbos, una de las etnias del sur.
Además, y no por casualidad, por aquel entonces la producción petrolera
del sur empezaba a ser importante. Tras tres años de destrucción y
terribles hambrunas, la guerra se saldó con la victoria del gobierno
central. Desde entonces, la producción, con un 50% en manos de Shell, se
ha incrementado enormemente, sin tener en cuenta el respeto a los
habitantes ni al medio ambiente. Las instalaciones de Shell ocupan más
de 31.000 kilómetros cuadrados.
En un principio, la lucha era pacífica.
Destaca el movimiento de los ogonis, que han sufrido genocidio, expolio y
destrucción ecológica, cuyas reivindicaciones y movilizaciones contra
Shell, en los años noventa, sensibilizaron al mundo tras la ejecución de
su líder, el poeta Ken Saro-Wiwa y otros ocho activistas. Más tarde, en
1998, una de las etnias mayoritarias del delta, los ijaws, de unos diez
millones de personas, en la declaración de Kaiama, manifestaban su
voluntad de luchar por sus derechos y su tierra. La mayoría de los
jóvenes ijaws sobrevive difícilmente de la pesca, cada vez más diezmada
por la contaminación. Las condiciones de vida son infrahumanas.
Normalmente, en las poblaciones del delta no hay electricidad, ni
escuelas, ni agua potable, ni hospitales, ni servicios sociales. La
lucha armada ha supuesto una válvula de escape y un ideal para ellos.
Desde entonces, los enfrentamientos armados entre los guerreros ijaws y
el ejército han ido aumentando, hasta que en el 2006 nace el Movimiento
para la Emancipación del Delta del Níger (MEND), que ha conseguido ser
una seria amenaza para las compañías petroleras y el gobierno.
Lo que ellos denominan guerra de sangre y
petróleo, basada en sabotajes, secuestros o ataques directos a la
policía y al ejército, consiguió reducir en el 2009 la extracción
petrolera en un 30%, lo que fue un argumento de peso para forzar al
gobierno federal a negociar. No obstante, han surgido dudas sobre la
transparencia y viabilidad de un proceso de paz muy complejo. La
corrupción política, las mafias y el contrabando de petróleo robado y
armas han motivado la aparición de grupos armados mafiosos nacidos al
amparo de empresas con intereses en la región.
El caso, presentado por cuatro
campesinos y pescadores nigerianos, ha llevado a Shell a la justicia en
Holanda. Es el primero de una firma con sede central en Europa que
responden por contaminación en otro país. Los demandantes aseguran que
los vertidos de crudo (entre 2004 y 2007), destruyeron sus comunidades y
piden una compensación y la limpieza de sus tierras. De conseguirlo,
pueden sentar un precedente que facilitaría la petición de
indemnizaciones a otras petroleras si contaminan fuera de su territorio.
Hasta la fecha, el delito derivado de
este tipo de vertidos no había salido de las cortes nigerianas, pero ya
ha sido aceptado por un juzgado de La Haya.
La rama holandesa de Amigos de la Tierra
ha ayudado a los cuatro afectados por el daño causado durante medio
siglo de búsqueda y obtención de petróleo sin auténtico control.
Por otra parte, Amnistía Internacional ha informado
de que la información de Shell es enormemente inexacta. Según la
evaluación llevada a cabo por la empresa estadounidense Accufacts Incs,
la cantidad de petróleo vertida cada día en la zona de Bodo, durante 72
días, fue de entre 1.440 y 4.320 barriles.
Los países africanos, están gravemente
afectados desde hace muchos años no sólo por los efectos del
calentamiento global, sino también por la devastación humana y ecológica
provocada por la extracción de sus recursos naturales. Según las
palabras del arzobispo Desmond Tutu: “Sólo tenemos un mundo. Si los
poderosos creen que se escaparán del desastre protegiéndose con porras,
se equivocan. O nadamos ahora, o nos hundimos juntos”.