El comercio de personas según señala Naciones Unidas, constituye la tercera actividad ilegal más lucrativa del mundo, después del tráfico de armas y el de drogas, generando unos 32.000 millones de dólares por año. 4 millones de personas son retenidas anualmente para su explotación, de las cuales las mujeres y las niñas suponen el 75 por ciento, es decir, 3 millones son las que cada año acabarán sufriendo, fundamentalmente, su explotación sexual bajo condiciones de esclavitud, mientras apenas hacemos nada por detener esta barbaridad.
Las proporciones internacionales que
alcanza el tráfico de seres humanos, en especial mujeres y niños, es
comparable a la esclavitud. Este fenómeno, que golpea principalmente a
grupos humanos en condiciones de extrema necesidad, es facilitado por la
falta equitativa de recursos, de bienes y servicios,por la pobreza, el
hambre, el desempleo, analfabetismo, inacceso a fuentes de recursos,
migraciones y desplazamientos en conflictos políticos y armados.
El tráfico de personas cubre el mercado
de la explotación sexual, tanto la prostitución como la pornografía y
otras formas de esclavitud sexual, así como el trabajo forzado en
condiciones de esclavitud, la integración a asociaciones ilícitas o
reclutamiento por parte de grupos armados. Las personas traficadas
enfrentan constantes atropellos a sus derechos, malos tratos, extrema
crueldad y otras tantas vejaciones.
Un informe elaborado por la Organización
Mundial de las Migraciones (OIM) advierte que aunque el fin principal
del tráfico de mujeres es la explotación sexual, también existen casos
de explotación laboral, mendicidad y extracción de órganos, así como de
explotación de los hijos de las víctimas.
MUJERES Y EXPLOTACIÓN SEXUAL
El tráfico de mujeres y niñas
para su explotación sexual es un comercio altamente lucrativo y con
escasos riesgos para sus organizadores, pero ultrajante para los
millones de mujeres y niñas explotadas bajo condiciones de esclavitud en
la industria del sexo.
Las principales corrientes de este negocio ilegal fluyen desde los países en vías de desarrollo hacia los más prósperos.
Las víctimas que son objeto de tráfico
suelen encontrarse aisladas de las redes sociales tradicionales y de los
servicios gubernamentales. En muchos casos son las mismas políticas
migratorias impulsadas por los gobiernos las causantes del problema,
forzando a las mujeres y niñas a mantenerse en situación de
clandestinidad.
La trata encuentra impulso en la demanda
de cuerpos de mujeres y niñas en la industria sexual, alimentada por
una oferta de mujeres, a quienes se les niegan los derechos y
oportunidades. En muchas ocasiones parece que se olvida que en
la industria del sexo se trafica con seres humanos para satisfacer la
demanda de los compradores, que son hombres en su mayoría. La
insaciable demanda de mujeres y niñas en establecimientos de masajes,
espectáculos de striptease, servicios de acompañamiento, burdeles,
pornografía y prostitución callejera es lo que determina que el comercio
sexual sea tan lucrativo. Los traficantes, además de explotar las
necesidades económicas, sacan provecho de la vulnerabilidad de las
mujeres y niñas que han huido de su hogar debido a la violencia o que
han sido desplazadas por conflictos armados o desastres naturales.
Las
condiciones de la explotación sexual constituyen una violación de los
derechos humanos, solo basta con observar las formas que tienen los
proxenetas para ejercer su control. Éstos retienen los pasaportes de las
víctimas y se los revenden a unos precios abusivos, acto que deja a las
mujeres en una posición de vulnerabilidad, especialmente a las que han
entrado en el país de una forma ilegal. Los traficantes no permiten que
las mujeres abandonen la prostitución hasta que hayan saldado sus
deudas, y en muchos casos, estas crecen por efecto de los cargos de
alojamiento y manutención. Esta situación hace que dependan de los
traficantes para disponer de comida, dinero, vestimenta y atender el
resto de necesidades. Además, éstos emplean todo tipo de amenazas y
violencia.
Frecuentemente, los traficantes captan a
sus víctimas a través de falsas agencias matrimoniales o de empleo,
prometiéndoles mejores condiciones de vida, pero acaban por venderlas
para hacer trabajos forzados o dedicarse a la prostitución.
La explotación sexual es especialmente dañina para la salud de las niñas, que son más vulnerables frente a las infecciones y enfermedades de trasmisión sexual, debido a la inmadurez de sus genitales.
FUNCIONAMIENTO DE LAS REDES DE TRATA
Las víctimas son captadas en su país de origen, transferidas por regiones de tránsito y explotadas en el país de destino.
Existen dos modelos de redes. Por una
parte, los grupos con estructura jerárquica y fuerte disciplina interna
que suelen compatibilizar esa actividad con otras como el tráfico de
drogas, armas o inmigrantes y los secuestros. El segundo tipo lo forma
un núcleo pequeño de dirigentes con otros grupos “asociados”. Se dedican
en exclusiva al tráfico de seres humanos y son extremadamente
violentos.
SITUACIÓN EN LATINOAMÉRICA
Latinoamérica se ha vuelto un vivero
habitual de las víctimas de estas redes criminales. Los países de
destino son principalmente Europa y Estados Unidos, si bien se ha
constatado que Brasil, Colombia, República Dominicana y México también
reciben mujeres.
Los países centroamericanos se han
convertido en una zona de destino de explotación intrarregional. Algunos
países como Nicaragua, El Salvador y Honduras son el origen del
tráfico, mientras que México, Guatemala y Costa Rica son el destino de
las víctimas.
El tráfico interno concentra
principalmente a la población infantil y adolescente, o a madres
solteras jóvenes. El promedio de edad varía entre los 9 y los 17 años.
EL TRÁFICO INTERNACIONAL
La ONU advierte que las redes de
tráfico, sobre todo para prostitución pero también para la esclavitud
laboral, se extienden por todo el planeta, lo que requiere una respuesta
global frente a la ineficaz lucha actual.
Ningún Estado prácticamente permanece
ajeno a la trata, según el informe Tráfico de Personas. La Oficina sobre
Droga y Delito de la ONU identifica 127 países de origen, 98 de
tránsito y 137 de destino. Entre estos últimos distingue 10 con una
incidencia muy alta como Estados Unidos, Alemania, Japón y Holanda entre
otros. También incluye una veintena de Estados con una incidencia alta,
entre los cuales se encuentra España.
África: es sobre todo
un continente emisor de personas traficadas dentro del propio continente
y a Europa occidental. Nigeria es el principal país de origen de las
víctimas.
Asia: las personas traficadas suelen permanecer en el continente. Proceden principalmente de China y la India.
Europa: las víctimas
suelen proceder del sureste y el centro de Europa, sobre todo de
Albania, Bulgaria, Lituania y Rumanía. Su destino más frecuente es
Europa occidental. España es también un país de tránsito pero en un bajo
nivel: las personas traficadas que llegan, sobre todo se quedan.
Ex URSS: los estados ex
soviéticos como Bielorrusia, Moldavia, Rusia y Ucrania son los
principales países de origen de las víctimas, que van hacia Europa
occidental y América del Norte.
Oceanía: Australia y Nueva Zelanda son los destinos de personas traficadas procedentes sobre todo del Sureste asiático.
En enero de 1999 se llevó a cabo en
Dhaka (Bangladesh) la Conferencia Mundial de la Coalición contra el
tráfico de Mujeres, en la que se eligió el día 23 de septiembre como Día
Internacional en contra de la Explotación y Tráfico de Mujeres y Niños,
en homenaje a la ley Nº 9143 del año 1913, promulgada en esta fecha y
conocida por el nombre de ley Palacios.
Esta fecha tiene como fin concienciar a
los gobiernos y a la sociedad civil sobre las causas y consecuencias de
este crimen endémico que afecta a todas las regiones del mundo y llevar a
cabo acciones que permitan frenarlo. También nos recuerda el largo
camino que hay aún para eliminar la explotación sexual, el tráfico de
personas y el tratamiento de las mujeres como objeto sexual.
Nos encontramos ante un problema de
carácter global que atenta gravemente contra los derechos humanos y cuya
base es la persistente desigualdad entre los sexos y la condición de
subordinación de la mujer a escala mundial. La trata tiene una escasa
persecución y la solución para combatirla vendría dada por una serie de
medidas: acabar con el mercado que da beneficios a los delincuentes y
actuar contra los intermediarios que han levantado una industria
criminal a base de negociar con mujeres y niñas y contra los beneficios
económicos que genera.