martes, 16 de octubre de 2012

Cercados por la basura espacial

La basura o chatarra espacial, es cualquier objeto artificial sin utilidad que orbite la Tierra, comprendiendo desde grandes restos de cohetes, satélites inactivos y fragmentos resultantes de explosiones en el espacio, hasta pequeñas partículas de metal, polvo y pintura, todos ellos creados por el hombre. A su vez, pueden crear más basura. A este proceso se le conoce como Síndrome de Kessler.


DATOS ALARMANTES
La cantidad de basura espacial ha superado el límite crítico, transformándose en una avalancha de fragmentos que colisionan constantemente entre sí, multiplicándose rápidamente.
Actualmente, se calcula que hay en órbita unos 16.000 escombros rastreados desde la Tierra con tamaños superiores a 10 centímetros y, por lo menos, medio millón de piezas cuyo tamaño varía entre uno y diez centímetros. La cantidad de partículas de menor tamaño puede ser de varios millones.
Todas estas estructuras, fragmentos y partículas, viajan a velocidades superiores a los 26.000 o 28.000 kilómetros por hora, por lo que su potencial destructivo es altísimo.

PROBLEMAS
La basura espacial es una amenaza en las operaciones y la seguridad de los satélites que utilizamos en nuestra vida cotidiana, y sobre todo en los viajes de seres humanos al espacio. La comunidad espacial está buscando soluciones a este problema. La Agencia Espacial Europea (ESA) y las demás agencias espaciales del mundo están desarrollando una serie de herramientas con el objetivo de proteger nuestros satélites y naves. Para evitar una colisión, por ejemplo, es necesario conocer y monitorizar la posición de todos esos fragmentos con la ayuda de radares y telescopios.
Desde 1991, se han registrado al menos tres colisiones en la órbita terrestre. Estas colisiones se irán multiplicando y, a la vez, aumentarán los objetos peligrosos en órbita. La progresión matemática calculada por los expertos cifra en más de 18 choques al año producidos por la chatarra para dentro de dos siglos.
La primera maniobra reconocida de evitación de una colisión de la lanzadera espacial fue durante septiembre de 1991. Hubo que realizar un encendido del sistema de control durante siete segundos, para evitar un posible encuentro con restos del satélite “Kosmos-955”.
En febrero de 2009, dando la razón a las predicciones de los expertos, colisionaron en el espacio un antiguo satélite militar ruso denominado “Kosmos-2251” y un satélite de comunicaciones estadounidense activo, clasificado como “Iridium-33”. La colisión de ambos produjo unos 2000 fragmentos (verdaderos proyectiles en órbita).
La más reciente tuvo lugar en marzo de 2009, cuando los restos del objeto “25090 PAM-D” estuvo en ruta de colisión con la Estación Espacial Internacional. Como medida de precaución los astronautas se refugiaron en la cápsula rusa Soyuz.

COMPOSICIÓN DE LA BASURA ESPACIAL
Según el Dr. Walter Flury, experto de la Agencia Espacial Europea, estos son los objetos que orbitan la Tierra:
  • Naves operativas: 7%
  • Naves obsoletas: 22%
  • Restos de cohetes: 17%
  • Objetos relacionados con las misiones: 13%
  • Otros fragmentos: 41%
MEDIDAS PREVENTIVAS
La Agencia Espacial Europea (ESA) y el centro de investigación francés ONERA acaban de firmar un contrato que permitirá a la organización francesa y a cinco socios industriales de España, Francia y Suiza colaborar en el diseño de un nuevo radar de vigilancia y en el desarrollo de un prototipo funcional. La ESA destinará cuatro millones de euros al proyecto.
El complejo contará con un radar tipo biestático, telescopios ópticos y centros de procesamiento de datos que permitirán monitorizar la basura espacial.
En 2010 la ESA concertó un acuerdo con la compañía española Indra Espacio S.A. para construir en Europa un radar tipo monoestático para mejorar la seguridad de las misiones espaciales.

PROYECTOS PARA LA ELIMINACIÓN DE LA BASURA ESPACIAL
1. Noviembre 2010. Energia, la agencia espacial de Rusia, anunció planes para construir una pequeña nave que se encargará de destruir la basura espacial que orbita alrededor de la Tierra. Más específicamente, va a hacer que 600 satélites no funcionales modifiquen su órbita y caigan sobre la Tierra, donde terminarán en los océanos o se quemarán por completo al ingresar en el planeta. El proyecto costará dos mil millones de dólares y estaría listo para el año 2020. Funcionará con un núcleo de energía nuclear.

2. Marzo 2011. La NASA ha creado un láser para destruir la basura espacial. Consistirá en disparar un haz de fotones de 5KW con un láser de baja intensidad para mover los objetos, disminuyendo así su velocidad y desviándolos de su órbita para hacer que caigan contra la atmósfera terrestre y se quemen por el rozamiento causado al entrar en ella. Se trataría de una solución a corto plazo y puede que no sea capaz de mover los objetos más pesados.

3. Julio 2011. Científicos europeos financiados por la UE en la que participa un grupo de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, trabajan en un proyecto que pretende crear un poderoso láser que permita desplazar de órbita la chatarra espacial y desintegrarla.

4. Recientemente, científicos suizos lanzaron el programa “CleanSpace One” encaminado a retirar la basura espacial desde la órbita terrestre, cuyo presupuesto asciende a once millones de dólares, para desarrollar una serie de satélites limpiadores, pequeños aparatos capaces de detectar los objetos peligrosos en la órbita y destruirlos. También la UPM (Universidad Politécnica de Madrid), en colaboración con la compañía española Tecnalia, dirigen un proyecto llamado “Bare Electrodynamic Tether”  (BETs),  que estudiará cómo desviar satélites en baja órbita a un costo aceptable. El proyecto sería financiado por el Séptimo Programa Marco de la Unión Europea.
Los científicos estiman que la cantidad de basura espacial mantendrá una evolución más o menos estable hasta el año 2055, pero a partir de entonces, el número de objetos peligrosos flotando se disparará de forma exponencial y salir hacia el espacio será una misión prácticamente imposible. No enfrentar el problema a la brevedad, significa poner en riesgo la mayoría de los satélites en órbitas bajas, las misiones robóticas y tripuladas al espacio, quedando prisioneros en una celda de escombros fruto de nuestra irresponsabilidad.